El metal amorfo, también conocido como vidrio metálico o metal vítreo, es el material utilizado en los transformadores de núcleo amorfo. A diferencia de los metales cristalinos tradicionales, los metales amorfos no tienen una estructura cristalina regular, lo que da como resultado propiedades únicas como alta resistencia, dureza y permeabilidad magnética.
Estas propiedades hacen que los metales amorfos sean muy adecuados para núcleos de transformadores, donde son deseables materiales magnéticos con bajas pérdidas en el núcleo.
El material utilizado en los transformadores puede variar según los requisitos específicos del transformador. Los núcleos de los transformadores tradicionales suelen estar hechos de acero al silicio, lo que proporciona buenas propiedades magnéticas y bajas pérdidas en el núcleo.
Sin embargo, en aplicaciones donde la eficiencia energética es una prioridad, los núcleos de metal amorfo se utilizan cada vez más debido a sus propiedades magnéticas superiores y menores pérdidas de energía.
Los transformadores de núcleo amorfo ofrecen varias ventajas sobre los transformadores tradicionales con núcleos de acero al silicio. Una ventaja significativa son sus reducidas pérdidas de base, lo que resulta en una mayor eficiencia energética.
El metal amorfo tiene menores histéresis magnética y pérdidas por corrientes parásitas en comparación con los materiales cristalinos, lo que lo hace ideal para aplicaciones donde la conservación de energía es importante, como en redes de distribución de energía y aparatos eléctricos.
Un núcleo amorfo es un tipo de núcleo de transformador hecho de vidrio metálico o metal amorfo. A diferencia de los núcleos de transformadores tradicionales fabricados con materiales cristalinos, como el acero al silicio, los núcleos amorfos no tienen una estructura atómica regular.
Esta falta de estructura contribuye a sus propiedades magnéticas únicas, incluidas bajas pérdidas en el núcleo y alta permeabilidad magnética. Los núcleos amorfos se utilizan comúnmente en transformadores de alta eficiencia, donde minimizar las pérdidas de energía es fundamental, como en sistemas de distribución de energía y aparatos eléctricos.