Las subestaciones son componentes esenciales de los sistemas de energía eléctrica, sirviendo como nodos para la transmisión, distribución y transformación de la energía eléctrica. Están disponibles en diferentes tipos, cada uno diseñado para niveles de voltaje y funciones específicos en la red eléctrica.
Los tipos comunes incluyen subestaciones de distribución, subestaciones de transmisión y subestaciones de conmutación, cada una de las cuales desempeña un papel crucial para garantizar una administración eléctrica confiable y eficiente.
Una subestación de 11 kV se refiere a una subestación de distribución que opera a un nivel de voltaje de 11.000 voltios (11 kV). Estas subestaciones normalmente reciben electricidad de líneas de transmisión de mayor voltaje y la pasan a un voltaje más bajo adecuado para su distribución a hogares, empresas e instalaciones industriales.
Pueden incluir transformadores, aparamenta, disyuntores y otros equipos necesarios para la regulación, protección y control de tensión.
La tensión nominal de una subestación depende de varios factores, incluido el tamaño del área atendida, la capacidad de las cargas conectadas y la configuración de la red eléctrica.
Las subestaciones pueden variar desde subestaciones de distribución de bajo voltaje, que normalmente funcionan a 11 kV o menos, hasta subestaciones de transmisión de alto voltaje, con tensiones nominales de varios cientos de kilovoltios (kV) o más.
Las subestaciones albergan una variedad de equipos y componentes esenciales para gestionar y controlar el flujo de electricidad en el sistema eléctrico.
Estos pueden incluir transformadores para conversión de voltaje, disyuntores para protección contra fallas, aparamenta para conmutación y aislamiento de circuitos, barras de barrera para distribución de energía y sistemas de control para monitorear y operar equipos de subestaciones.
Un transformador tipo subestación se refiere a transformadores diseñados específicamente para su uso en subestaciones.
Estos transformadores están diseñados para soportar los rigores de entornos de alto voltaje, proporcionar una transformación de voltaje eficiente y garantizar un funcionamiento confiable en condiciones de carga variables. Desempeñan un papel fundamental a la hora de aumentar o anular los niveles de tensión que caen según sea necesario para la transmisión, distribución u otras aplicaciones en la red eléctrica.